Capital humano –
La máscara invisible: reinventarse al dejar una máscara para descubrir que llevamos otra
Capital humano –
La máscara invisible: reinventarse al dejar una máscara para descubrir que llevamos otra
¿Y si cambiar de vida no
nos hiciera del todo libres?
nos hiciera del todo libres?
¿Y si cambiar de vida
no nos hiciera
del todo libres?
no nos hiciera
del todo libres?
En un proyecto de reinvención profesional, muchas personas deciden dejar atrás su antigua vida para construir otra. Cambian de entorno, de país, abandonan lo familiar, convencidas de que renacerán más plenas en otro lugar.
Como si cambiar de título, de atuendo o de oficina bastara para transformarse interiormente.
Como si el cambio exterior pudiera provocar una verdadera metamorfosis.
Pensar de ese modo es desconocer la poderosa fuerza que habita en el ser humano.
Tras la novedad, la euforia de los comienzos, la emoción de un proyecto o de nuevos encuentros, suelen esconderse ilusiones, idealizaciones y superficialidad.
Permanece una continuidad invisible: la de la máscara que llevamos.
¿Qué es la máscara?
La máscara es la imagen que construimos para responder a las expectativas de los demás.
Puede tomar muchas formas:
• Presentar un proyecto de reinvención que “se vea bien”
• Buscar la validación de los seres queridos y de la sociedad
• Mostrar fortaleza para demostrar que se logrará
• Seguir ocultando quién somos en realidad
• Dificultad para priorizar debido a un ego mal situado
En definitiva, consiste en abandonar un rol sin ser honesto consigo mismo ni con los demás.
Es huir, una vez más, de la propia verdad.
De una máscara negra se pasa a una gris. Los mismos escenarios se repiten.
En un proyecto de reinvención profesional, muchas personas deciden dejar atrás su antigua vida para construir otra. Cambian de entorno, de país, abandonan lo familiar, convencidas de que renacerán más plenas en otro lugar.
Como si cambiar de título, de atuendo o de oficina bastara para transformarse interiormente.
Como si el cambio exterior pudiera provocar una verdadera metamorfosis.
Pensar de ese modo es desconocer la poderosa fuerza que habita en el ser humano.
Tras la novedad, la euforia de los comienzos, la emoción de un proyecto o de nuevos encuentros, suelen esconderse ilusiones, idealizaciones y superficialidad.
Permanece una continuidad invisible: la de la máscara que llevamos.
¿Qué es la máscara?
La máscara es la imagen que construimos para responder a las expectativas de los demás.
Puede tomar muchas formas:
• Presentar un proyecto de reinvención que “se vea bien”
• Buscar la validación de los seres queridos y de la sociedad
• Mostrar fortaleza para demostrar que se logrará
• Seguir ocultando quién somos en realidad
• Dificultad para priorizar debido a un ego mal situado
En definitiva, consiste en abandonar un rol sin ser honesto consigo mismo ni con los demás.
Es huir, una vez más, de la propia verdad.
De una máscara negra se pasa a una gris. Los mismos escenarios se repiten.


La ilusión del renacer
Ya sea en el amor o en el trabajo, la tentación es grande de creer que basta con pasar página para empezar de nuevo.
La facilidad: barrer el pasado y convencerse de que la vida será más bella, más fluida, incluso más ligera, a partir de ahora.
Pero la vida no es tan sencilla.
Nuestras heridas, nuestros miedos y nuestros recuerdos viajan con nosotros.
Por ejemplo, si hemos tenido dificultades en las relaciones (problemas de comunicación, incapacidad para manejar conflictos, dificultad para delegar) es ilusorio pensar que nunca volverán a aparecer.
Podemos regalarnos un nuevo escenario, otra rutina… pero si nos negamos a desenterrar los bloqueos interiores, es muy probable que LA máscara regrese. Esa misma máscara de la que huimos reaparecerá, nos guste o no.
Una historia sin fin que demuestra que cambiar de profesión o lanzar un proyecto no garantiza la libertad. Sin trabajo interior, los patrones repetitivos volverán.
La ilusión
del renacer
Ya sea en el amor o en el trabajo, la tentación es grande de creer que basta con pasar página para empezar de nuevo.
La facilidad: barrer el pasado y convencerse de que la vida será más bella, más fluida, incluso más ligera, a partir de ahora.
Pero la vida no es tan sencilla.
Nuestras heridas, nuestros miedos y nuestros recuerdos viajan con nosotros.
Por ejemplo, si hemos tenido dificultades en las relaciones (problemas de comunicación, incapacidad para manejar conflictos, dificultad para delegar) es ilusorio pensar que nunca volverán a aparecer.
Podemos regalarnos un nuevo escenario, otra rutina… pero si nos negamos a desenterrar los bloqueos interiores, es muy probable que LA máscara regrese. Esa misma máscara de la que huimos reaparecerá, nos guste o no.
Una historia sin fin que demuestra que cambiar de profesión o lanzar un proyecto no garantiza la libertad. Sin trabajo interior, los patrones repetitivos volverán.


La máscara de la apariencia
Algunos proyectos profesionales nuevos lucen una comunicación impecable.
Los textos son refinados. Las imágenes seducen. Los vídeos cuentan una historia. El discurso convence.
Y sin embargo, detrás de esa comunicación bien pulida, a menudo se percibe con facilidad la mano de otra persona o incluso el uso de inteligencia artificial.
En este mundo de escaparates, la autenticidad se reduce con frecuencia. La persona que impulsa el proyecto pierde su aura. Surgen incoherencias entre lo que quiere transmitir y la imagen que proyecta.
Al dejar que otros se apropien del ángulo estratégico de su comunicación, olvida preguntarse qué refleja realmente. Las fotos y los vídeos publicados ya no tienen relación con los valores iniciales. El storytelling y el marketing se imponen sobre la humanidad del proyecto.
Parece que se avanza, pero en realidad la persona se encierra cada vez más en un nuevo papel: el de no ser plenamente ella misma y convertirse en objeto del escaparate de otro.
El camino de la transformación comienza mal.
Creyendo haber abandonado la máscara del pasado, ahora lleva dos: la del pasado que sigue latente y espera despertar, y la nueva máscara de fachada para su comunicación.
La máscara de
la apariencia
Algunos proyectos profesionales nuevos lucen una comunicación impecable.
Los textos son refinados. Las imágenes seducen. Los vídeos cuentan una historia. El discurso convence.
Y sin embargo, detrás de esa comunicación bien pulida, a menudo se percibe con facilidad la mano de otra persona o incluso el uso de inteligencia artificial.
En este mundo de escaparates, la autenticidad se reduce con frecuencia. La persona que impulsa el proyecto pierde su aura. Surgen incoherencias entre lo que quiere transmitir y la imagen que proyecta.
Al dejar que otros se apropien del ángulo estratégico de su comunicación, olvida preguntarse qué refleja realmente. Las fotos y los vídeos publicados ya no tienen relación con los valores iniciales. El storytelling y el marketing se imponen sobre la humanidad del proyecto.
Parece que se avanza, pero en realidad la persona se encierra cada vez más en un nuevo papel: el de no ser plenamente ella misma y convertirse en objeto del escaparate de otro.
El camino de la transformación comienza mal.
Creyendo haber abandonado la máscara del pasado, ahora lleva dos: la del pasado que sigue latente y espera despertar, y la nueva máscara de fachada para su comunicación.
Las señales de que la máscara sigue ahí
Reconocer que uno lleva una coraza no es sencillo. Es incluso más fácil negarlo.
A menudo, en un cambio, especialmente en la reinvención profesional, nos persuadimos de que hemos encontrado nuestro camino y tomado buenas decisiones.
Nos sentimos exaltados. La gente nos felicita por nuestra valentía, por el nuevo compromiso. Bebemos sus palabras y sus elogios.
Hasta que un día las grietas se reactivan:
• La indecisión sustituye a la acción
• El autosaboteador reaparece
• La búsqueda de perfección choca con la realidad
• El miedo a la escasez nos hace retroceder
• La necesidad de reconocimiento nos hace perdernos
• Delegar en exceso nos evita asumir
• El orgullo prevalece sobre el equilibrio
Y eso sin contar los problemas que tarde o temprano llegan: la tensión del proyecto, la presión externa, la falta de oportunidades, un modelo económico mal planteado.
Una máscara bien ajustada siempre da la impresión de libertad. Es un espejismo.
Poco a poco, la persona sufre por su falta de claridad. Se hunde en sus propias mentiras. Escucha a los demás en detrimento de su propia verdad.
Sin tomar conciencia de sus patrones destructivos, vivirá un efecto boomerang.
Su nueva vida será incómoda y perturbadora mientras no trabaje aquello de lo que huye.
Lo que evitamos siempre termina controlándonos.
Las señales de que la
máscara sigue ahí
Reconocer que uno lleva una coraza no es sencillo. Es incluso más fácil negarlo.
A menudo, en un cambio, especialmente en la reinvención profesional, nos persuadimos de que hemos encontrado nuestro camino y tomado buenas decisiones.
Nos sentimos exaltados. La gente nos felicita por nuestra valentía, por el nuevo compromiso. Bebemos sus palabras y sus elogios.
Hasta que un día las grietas se reactivan:
• La indecisión sustituye a la acción
• El autosaboteador reaparece
• La búsqueda de perfección choca con la realidad
• El miedo a la escasez nos hace retroceder
• La necesidad de reconocimiento nos hace perdernos
• Delegar en exceso nos evita asumir
• El orgullo prevalece sobre el equilibrio
Y eso sin contar los problemas que tarde o temprano llegan: la tensión del proyecto, la presión externa, la falta de oportunidades, un modelo económico mal planteado.
Una máscara bien ajustada siempre da la impresión de libertad. Es un espejismo.
Poco a poco, la persona sufre por su falta de claridad. Se hunde en sus propias mentiras. Escucha a los demás en detrimento de su propia verdad.
Sin tomar conciencia de sus patrones destructivos, vivirá un efecto boomerang.
Su nueva vida será incómoda y perturbadora mientras no trabaje aquello de lo que huye.
Lo que evitamos siempre termina controlándonos.
Salir de la máscara,
un camino hacia uno mismo
Quitar la máscara no significa renunciar a cambiar.
Al contrario, es elegir una transformación duradera y alineada.
Esto implica:
• Atreverse a trabajar con las propias sombras sin huir de ellas
• Abrazar los miedos en lugar de negarlos o temerlos
• Asumir responsabilidades, especialmente sobre la gestión de la propia identidad
• Encontrar el equilibrio interior antes que la imagen exterior
• Despojarse de la apariencia en favor del ser
• No dejar que el ego dirija
• Rechazar papeles que no nos corresponden
• Volverse auténtico, en toda su verdad
Es un trabajo exigente, pero es el único que conduce a una reinvención sólida, que no se derrumbará ante el primer obstáculo.
Salir de la máscara,
un camino hacia
uno mismo
Quitar la máscara no significa renunciar a cambiar.
Al contrario, es elegir una transformación duradera y alineada.
Esto implica:
• Atreverse a trabajar con las propias sombras sin huir de ellas
• Abrazar los miedos en lugar de negarlos o temerlos
• Asumir responsabilidades, especialmente sobre la gestión de la propia identidad
• Encontrar el equilibrio interior antes que la imagen exterior
• Despojarse de la apariencia en favor del ser
• No dejar que el ego dirija
• Rechazar papeles que no nos corresponden
• Volverse auténtico, en toda su verdad
Es un trabajo exigente, pero es el único que conduce a una reinvención sólida, que no se derrumbará ante el primer obstáculo.
«Hasta que lo inconsciente no se haga consciente,
dirigirá tu vida y lo llamarás destino.» Carl Gustav Jung
«Hasta que lo inconsciente no se haga consciente,
dirigirá tu vida y lo llamarás destino.»
Carl Gustav Jung
Atreverse a quitarse la máscara
Cambiar de oficio no basta. Cambiar de vida tampoco.
Detrás de la máscara se esconde una verdad que espera ser revelada.
Negarse a verla es condenarse a repetir los mismos patrones.
Acogerla es darse la posibilidad de un futuro verdaderamente libre.
Una máscara demasiado apretada siempre termina por ahogar. Retirarla es recuperar el aliento.
Atreverse a quitarse la máscara es atreverse a encontrarse con uno mismo.
Es aceptar el espejo que nos devuelven los demás. Es comprender que las personas exigentes son las que verdaderamente nos hacen avanzar. Y sobre todo, es permaneciendo presente en los momentos de desafío como logramos revelarnos.
Atreverse a
quitarse la máscara
Cambiar de oficio no basta. Cambiar de vida tampoco.
Detrás de la máscara se esconde una verdad que espera ser revelada.
Negarse a verla es condenarse a repetir los mismos patrones.
Acogerla es darse la posibilidad de un futuro verdaderamente libre.
Una máscara demasiado apretada siempre termina por ahogar. Retirarla es recuperar el aliento.
Atreverse a quitarse la máscara es atreverse a encontrarse con uno mismo.
Es aceptar el espejo que nos devuelven los demás. Es comprender que las personas exigentes son las que verdaderamente nos hacen avanzar. Y sobre todo, es permaneciendo presente en los momentos de desafío como logramos revelarnos.


Y usted, ¿estaría dispuesto a quitarse sus máscaras con valentía?
Si la respuesta es sí, ese es el camino que propongo.
Le acompaño a desvelar su verdad y a orientarse hacia una vida coherente, alineada y llena de sentido.
Mi enfoque único va más allá de una simple evaluación.
A través de sesiones de mentoría, le entrego las claves para una transformación profunda que puede abrirle las puertas de la libertad.
La única condición: estar abierto a los cambios y a un cuestionamiento profundo.
Y usted, ¿estaría dispuesto a quitarse sus máscaras con valentía?
Si la respuesta es sí, ese es el camino que propongo.
Le acompaño a desvelar su verdad y a orientarse hacia una vida coherente, alineada y llena de sentido.
Mi enfoque único va más allá de una simple evaluación.
A través de sesiones de mentoría, le entrego las claves para una transformación profunda que puede abrirle las puertas de la libertad.
La única condición: estar abierto a los cambios y a un cuestionamiento profundo.